Te cuento por qué no mando la guía en un abrir y cerrar de ojos (o de WiFi).

No es que me guste hacerme la difícil, es que prefiero cuidar la huella digital y no depender de bots que disparan correos a toda hora.

Así evito sobrecargar servidores, reduzco el consumo energético invisible de lo digital y, de paso, tú recibes un correo pensado, no uno automático.

En resumen: menos prisa, más conciencia.

Si quieres aprender más sobre este tema sigue leyendo.

Esto pasa cada vez que envías un correo (sí, incluso un simple “aquí está tu guía”) se activa toda una cadena de procesos digitales:

El servidor del destinatario lo recibe, lo guarda y lo deja listo para que aparezca en la bandeja de entrada.

Los servidores intermedios lo enrutan hasta llegar al servidor del destinatario.

Tu servidor recibe la orden de generar y mandar el correo.

El dispositivo del usuario (celular, PC, tablet) lo descarga, lo sincroniza y lo almacena.

Es decir: no es solo un clic → es electricidad, almacenamiento y refrigeración de centros de datos (que gastan muchísima energía y agua).

Mandar un correo automático cada vez es como encender un carro para ir a la tienda de la esquina a comprar un chicle.

Mejor esperar y hacer el viaje con una lista de compras.

Cada suscripción dispara un correo automático inmediato, son cientos o miles de mini-emisiones al día solo para mandar “lo mismo” una y otra vez.